Montena
Entrevista a Artur Balder
Con motivo de la publicación de La Piedra del Monarca, megustaleer.com ha entrevistado a Artur Balder en Nueva York, ciudad en la que el autor y cineasta alicantino reside desde hace varios años.
En La Piedra del Monarca, Bláin experiencia un viaje iniciático realmente fantástico. Pero en realidad, la Llave de Oro encierra una metáfora que no pasa desapercibida al público adulto…
Era importante que el libro encerrase una moraleja válida y clara que se repartía a lo largo de todas sus páginas, de manera simbólica. La Llave de Oro abre todas las puertas, y en el fondo es la llave del conocimiento, la intuición del ser humano, la fe en la sabiduría, y en el fondo es la habilidad para leer, que en la Edad Media era un bien reservado a unos pocos. La llave implica que alguien muy simple y en desventaja social puede llegar a cualquier cosa que se proponga en la vida. No es casual que sea un Cuentacuentos el que encierra en sus propias palabras la magia de todo el relato, con capacidad para arrastrar a su entorno al interior de su alocución.
¿De dónde han salido todas esas frases maravillosas, acertijos, embrujos, etc de la novela? ¿En qué te inspiras para todo ello?
Muchas gracias. No sabría decir, supongo que era necesario dejarse llevar por la imaginación. Creo que se produce una relación amorosa entre el autor y lo que imagina. En este caso, al tratarse de un cuento infantil, ese amor es diferente a la relación que se tiene con hechos imaginados y destinados a adultos. No hay causticidad, no existe el sarcasmo propio de lo adulto, no entran en juego el engaño, la manipulación o la mentira, la traición. Creo que eso potenció enormemente el hecho de que el autor quedase en todo momento en un plano de inocencia. Tenía presente en todo momento a un público infantil, jamás a un público adulto.
La magia es algo esencial en un relato fantástico, ¿cómo se recurre a ella?
La magia es crucial para producir no solo golpes de efecto, sino también para proyectar paisajes, ambientes. Pero más allá de la magia como efecto para crear, recurriría a la magia del lenguaje como la base de la magia del cuento. El paisaje “fantástico” más pretencioso puede resultar prosaico y pasar desapercibido. La magia del cuento ha de proceder de lo poético, y la unidad básica de construcción de esa magia es, como asegura Tolkien en su ensayo “On fairy tales”, el uso del adjetivo. No hay espada más afilada en el mundo de fantasía que blandir los adjetivos en el lugar exacto. A menudo, en un relato de lectura asequible, cuando el niño se encuentra con un adjetivo que no comprende en un contexto plenamente comprensible, su imaginación se desata. Normalmente, la actitud del cerebro a esa edad, a diferencia del adulto, es tratar de manera inmediata e intuitiva, de imaginar lo que significa… Y si se consigue eso, yo habría logrado el objetivo final de mi estilo literario: provocar una imagen impredecible en la mente del joven lector. Este hecho, de tener lugar, deja una marca indeleble en la memoria, que es de mayor valor que el texto plenamente entendible, plano y excesivamente sencillo lingüísticamente.
¿Cuál es en tu opinión el valor de la literatura fantástica?
En primer lugar, hay que quitarse los complejos críticos y afirmar que la literatura fantástica es ante todo literatura como cualquier otro género. Puede tener mayor o peor calidad en función de los mismos factores con los que se valora la literatura de cualquier género. La ventaja es que la literatura fantástica juega con los elementos del mito, y eso potencia ciertos aspectos que quedan excluidos en otros géneros.
¿Cómo crees que la globalización está afectando a la literatura y el mundo del libro españoles?
¿Cómo se percibe esa relación desde los Estados Unidos?
La economía es un buen ejemplo de ello. Se están viendo las consecuencias de haber estado enfocado hacia el exterior en todo. Se ha depreciado lo propio por haber entrado en la sobrevaloración de lo extranjero. Exactamente lo mismo está pasando con los libros y con la literatura.
Del mismo modo creo que España debería levantar de nuevo sus aranceles y proteger su producción propia. Por ejemplo, las mejores variedades de naranja producidas en Valencia -una de las grandes regiones productoras de cítricos del planeta- son exportadas a Bélgica, Alemania, Dinamarca; sin embargo, en los supermercados valencianos, los propios valencianos en general compran naranjas producidas en Marruecos. Por supuesto, los productores marroquíes no utilizan ni respetan la exigente normativa que la CEE aplica a la producción valenciana y que por supuesto encarece su costo de producción… Por lo tanto, el producto nacional está en desigualdad de condiciones respecto a aquello que las multinacionales distribuidoras introducen tirado de precio en España. En EEUU, una gran parte del aceite de oliva vendido como italiano es en realidad español, aunque embotellado por distribuidoras y exportadoras que juegan con l popularidad de lo italiano en EEUU, y que ni siquiera son italianas en su mayoría. Esto deprecia nuestra producción y destruye nuestros empleos... La globalización es un cuento chino, nunca mejor dicho. Del mismo modo, las editoriales deben proteger la lengua reforzando el valor de la literatura creada en nuestro país y fruto de la cultura literaria y lingüística más rica del planeta: la española. Me parece peligroso vulgarizar y empobrecer los modelos de lectura porque se persigue el best seller masivo de manera despiadada. No todo el mundo quiere escribir best sellers, hay quien disfruta con asuntos más complejos que son del gusto de muchos otros lectores. Además, los editores españoles tienden a ser deudores de esa farándula teledirigida por intereses alemanes y anglosajones que es el mercado literario internacional. Cuesta creer que España en otro tiempo fue un imperio, y que su lengua, con toda su riqueza, sea hoy sometida a la simplificación progresiva buscando el modelo narrativo anglosajón, al que la mayor parte de los correctores de las editoriales en cierto modo imitan.
¿Ha influido la novela histórica como género en La Piedra del Monarca?
Podría decirse que existe una influencia subliminal, pues los tiempos de Carlomagno sirven como telón de fondo. En general la novela histórica puede ser un compendio de preceptos muy de moda (hecho histórico, personaje histórico, trama eficiente y escenario escogido en base al gusto de un sector del público) o bien puede responder a una intención más intima que subyace tras el acto de elección del tema, como me ha sucedido por ejemplo con las Crónicas de Widukind y con El Evangelio de la Espada. En realidad, el origen de la novela histórica auténtica está en la afinidad electiva con el tema, y no en el oportunismo narrativo que únicamente se basa en los hechos históricos. El género no tendría sentido sin autores con personalidad filosófica y literaria al margen y por encima de la documentación, que puede obtenerla cualquier persona que se decida a recopilar las fuentes. Sin embargo, últimamente la novela histórica es un producto diseñado por editores y desarrollado por agentes, en el que el autor se aleja mucho de lo que en realidad y de manera inevitable debería ser un autor.
Además de La Piedra del Monarca, también podemos leer Curdy y la cámara de los lores y Curdy y el Cetro de Carlomagno y muy pronto Montena editará el tercer tomo de esta saga… ¿puedes hablarnos sobre ellas un poco?
La saga de Curdy, cuyo tercer episodio será publicado en octubre, es un mundo totalmente diferente. Es una saga dedicada a los adolescentes, que en muchos aspectos son casi adultos, por lo que no tiene absolutamente nada que ver con el estilo de La Piedra del Monarca, tampoco la forma como los personajes se desarrollan. Es un seguimiento más pormenorizado de las relaciones de un grupo de adolescentes. No falta la fantasía, pero se establece como divertimento y pierde ese valor propio del cuento para ganar como entretenimiento basado en la acción, el giro sorpresivo, o los personajes muy caracterizados. Es más teatral que alegórico, es más cinematográfico que ilustrativo.
Era importante que el libro encerrase una moraleja válida y clara que se repartía a lo largo de todas sus páginas, de manera simbólica. La Llave de Oro abre todas las puertas, y en el fondo es la llave del conocimiento, la intuición del ser humano, la fe en la sabiduría, y en el fondo es la habilidad para leer, que en la Edad Media era un bien reservado a unos pocos. La llave implica que alguien muy simple y en desventaja social puede llegar a cualquier cosa que se proponga en la vida. No es casual que sea un Cuentacuentos el que encierra en sus propias palabras la magia de todo el relato, con capacidad para arrastrar a su entorno al interior de su alocución.
¿De dónde han salido todas esas frases maravillosas, acertijos, embrujos, etc de la novela? ¿En qué te inspiras para todo ello?
Muchas gracias. No sabría decir, supongo que era necesario dejarse llevar por la imaginación. Creo que se produce una relación amorosa entre el autor y lo que imagina. En este caso, al tratarse de un cuento infantil, ese amor es diferente a la relación que se tiene con hechos imaginados y destinados a adultos. No hay causticidad, no existe el sarcasmo propio de lo adulto, no entran en juego el engaño, la manipulación o la mentira, la traición. Creo que eso potenció enormemente el hecho de que el autor quedase en todo momento en un plano de inocencia. Tenía presente en todo momento a un público infantil, jamás a un público adulto.
La magia es algo esencial en un relato fantástico, ¿cómo se recurre a ella?
La magia es crucial para producir no solo golpes de efecto, sino también para proyectar paisajes, ambientes. Pero más allá de la magia como efecto para crear, recurriría a la magia del lenguaje como la base de la magia del cuento. El paisaje “fantástico” más pretencioso puede resultar prosaico y pasar desapercibido. La magia del cuento ha de proceder de lo poético, y la unidad básica de construcción de esa magia es, como asegura Tolkien en su ensayo “On fairy tales”, el uso del adjetivo. No hay espada más afilada en el mundo de fantasía que blandir los adjetivos en el lugar exacto. A menudo, en un relato de lectura asequible, cuando el niño se encuentra con un adjetivo que no comprende en un contexto plenamente comprensible, su imaginación se desata. Normalmente, la actitud del cerebro a esa edad, a diferencia del adulto, es tratar de manera inmediata e intuitiva, de imaginar lo que significa… Y si se consigue eso, yo habría logrado el objetivo final de mi estilo literario: provocar una imagen impredecible en la mente del joven lector. Este hecho, de tener lugar, deja una marca indeleble en la memoria, que es de mayor valor que el texto plenamente entendible, plano y excesivamente sencillo lingüísticamente.
¿Cuál es en tu opinión el valor de la literatura fantástica?
En primer lugar, hay que quitarse los complejos críticos y afirmar que la literatura fantástica es ante todo literatura como cualquier otro género. Puede tener mayor o peor calidad en función de los mismos factores con los que se valora la literatura de cualquier género. La ventaja es que la literatura fantástica juega con los elementos del mito, y eso potencia ciertos aspectos que quedan excluidos en otros géneros.
¿Cómo crees que la globalización está afectando a la literatura y el mundo del libro españoles?
¿Cómo se percibe esa relación desde los Estados Unidos?
La economía es un buen ejemplo de ello. Se están viendo las consecuencias de haber estado enfocado hacia el exterior en todo. Se ha depreciado lo propio por haber entrado en la sobrevaloración de lo extranjero. Exactamente lo mismo está pasando con los libros y con la literatura.
Del mismo modo creo que España debería levantar de nuevo sus aranceles y proteger su producción propia. Por ejemplo, las mejores variedades de naranja producidas en Valencia -una de las grandes regiones productoras de cítricos del planeta- son exportadas a Bélgica, Alemania, Dinamarca; sin embargo, en los supermercados valencianos, los propios valencianos en general compran naranjas producidas en Marruecos. Por supuesto, los productores marroquíes no utilizan ni respetan la exigente normativa que la CEE aplica a la producción valenciana y que por supuesto encarece su costo de producción… Por lo tanto, el producto nacional está en desigualdad de condiciones respecto a aquello que las multinacionales distribuidoras introducen tirado de precio en España. En EEUU, una gran parte del aceite de oliva vendido como italiano es en realidad español, aunque embotellado por distribuidoras y exportadoras que juegan con l popularidad de lo italiano en EEUU, y que ni siquiera son italianas en su mayoría. Esto deprecia nuestra producción y destruye nuestros empleos... La globalización es un cuento chino, nunca mejor dicho. Del mismo modo, las editoriales deben proteger la lengua reforzando el valor de la literatura creada en nuestro país y fruto de la cultura literaria y lingüística más rica del planeta: la española. Me parece peligroso vulgarizar y empobrecer los modelos de lectura porque se persigue el best seller masivo de manera despiadada. No todo el mundo quiere escribir best sellers, hay quien disfruta con asuntos más complejos que son del gusto de muchos otros lectores. Además, los editores españoles tienden a ser deudores de esa farándula teledirigida por intereses alemanes y anglosajones que es el mercado literario internacional. Cuesta creer que España en otro tiempo fue un imperio, y que su lengua, con toda su riqueza, sea hoy sometida a la simplificación progresiva buscando el modelo narrativo anglosajón, al que la mayor parte de los correctores de las editoriales en cierto modo imitan.
¿Ha influido la novela histórica como género en La Piedra del Monarca?
Podría decirse que existe una influencia subliminal, pues los tiempos de Carlomagno sirven como telón de fondo. En general la novela histórica puede ser un compendio de preceptos muy de moda (hecho histórico, personaje histórico, trama eficiente y escenario escogido en base al gusto de un sector del público) o bien puede responder a una intención más intima que subyace tras el acto de elección del tema, como me ha sucedido por ejemplo con las Crónicas de Widukind y con El Evangelio de la Espada. En realidad, el origen de la novela histórica auténtica está en la afinidad electiva con el tema, y no en el oportunismo narrativo que únicamente se basa en los hechos históricos. El género no tendría sentido sin autores con personalidad filosófica y literaria al margen y por encima de la documentación, que puede obtenerla cualquier persona que se decida a recopilar las fuentes. Sin embargo, últimamente la novela histórica es un producto diseñado por editores y desarrollado por agentes, en el que el autor se aleja mucho de lo que en realidad y de manera inevitable debería ser un autor.
Además de La Piedra del Monarca, también podemos leer Curdy y la cámara de los lores y Curdy y el Cetro de Carlomagno y muy pronto Montena editará el tercer tomo de esta saga… ¿puedes hablarnos sobre ellas un poco?
La saga de Curdy, cuyo tercer episodio será publicado en octubre, es un mundo totalmente diferente. Es una saga dedicada a los adolescentes, que en muchos aspectos son casi adultos, por lo que no tiene absolutamente nada que ver con el estilo de La Piedra del Monarca, tampoco la forma como los personajes se desarrollan. Es un seguimiento más pormenorizado de las relaciones de un grupo de adolescentes. No falta la fantasía, pero se establece como divertimento y pierde ese valor propio del cuento para ganar como entretenimiento basado en la acción, el giro sorpresivo, o los personajes muy caracterizados. Es más teatral que alegórico, es más cinematográfico que ilustrativo.
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